Un sueño cumplido: mi graduación en Medicina Funcional y la nueva forma de sanar que estamos construyendo
- mpvasqueza
- 8 nov
- 3 Min. de lectura
“Cuando sanas tú, sanas a otros. Cuando eliges aprender, transformas el camino de muchos.”

Hoy quiero abrir mi corazón y compartir un capítulo muy importante de mi vida: mi graduación del Diplomado de Medicina Funcional dictado por el IFM de USA y el AMF de Colombia, una etapa que marcó un antes y un después en mi forma de ver la salud, el cuerpo y la vida misma.
Fueron meses intensos de estudio, de desvelos, de renuncias, de seguir aprendiendo mientras trabajaba, mientras acompañaba a mis pacientes, mientras era mamá, mujer y soñadora. No fue fácil. Hubo días en los que el cansancio me ganó, en los que tuve que apagar el teléfono para estudiar, o dejar de hacer cosas que amaba porque el propósito pesaba más que el cansancio.
Pero también hubo días llenos de claridad, de gratitud y de esa sensación interna de estar en el camino correcto.Porque cuando la medicina funcional llegó a mi vida, entendí que la salud no se trata solo de curar síntomas, sino de entender la historia detrás del cuerpo: la alimentación, las emociones, los pensamientos, la forma en que vivimos y nos relacionamos con el mundo.

💚 La medicina funcional: el arte de encontrar el “por qué”
En este diplomado aprendí a mirar más allá de un laboratorio o un diagnóstico.Aprendí que detrás de una gastritis puede haber una emoción no digerida, que detrás de la fatiga puede esconderse un intestino inflamado o una mitocondria agotada, que cada cuerpo tiene su propio lenguaje y ritmo.
La medicina funcional me enseñó que no existen pacientes iguales, que no hay fórmulas mágicas ni pastillas para todo, sino un proceso de descubrimiento donde la alimentación, la mente, el descanso y las emociones forman una red de sabiduría que sostiene la vida.
Es una medicina que escucha, integra y transforma, y eso me llena de esperanza.
De Estados Unidos y Colombia a Panamá: sembrando una nueva forma de sanar.
Llevar este conocimiento a Panamá es un compromiso profundo.Veo un país que está despertando, que está empezando a hablar de microbiota, de hormonas, de salud intestinal, de inflamación silenciosa, de prevención…Veo a profesionales que se están uniendo con propósito, y siento que estamos construyendo una comunidad funcional, una red de personas que entienden que el bienestar no empieza en la farmacia, sino en el plato, en la mente y en el alma.

Mi sueño —y mi misión— es seguir compartiendo todo lo aprendido: acompañar a más mujeres, formar equipos de salud integrativa, llevar programas a empresas, escuelas y comunidades, y demostrar que sí se puede vivir en equilibrio cuando entendemos los 4 cuerpos: físico, mental, emocional y espiritual.
Esta graduación no es solo un diploma en la pared. Es el reflejo de años de búsqueda, de sanar mi propio cuerpo, de reinventarme después de las pérdidas, de volver a empezar en otro país, de confiar en el propósito cuando nada parecía estable.
Representa disciplina, fe, humildad y amor profundo por ayudar.Porque detrás de cada hora de estudio, había una intención: aprender para servir mejor.
Hoy te invito a hacer conmigo un pequeño ritual de cierre:Toma una respiración profunda y agradece tres cosas que hayas aprendido en tu propio camino de salud.Reconoce tus avances, aunque sean pequeños.Cada paso consciente es una victoria.
“Cuando uno se elige, todo empieza a sanar.”
Hoy celebro mi logro, pero sobre todo celebro el de todos los que creen en una forma distinta de sanar: más humana, más integral, más consciente.Gracias a mis maestros, colegas, pacientes y a todos los que han sido parte de este viaje.Esto apenas comienza… porque la medicina funcional no solo transforma cuerpos, transforma vidas.
En Panamá ya estamos sembrando ese cambio —y tú también puedes ser parte.
Un abrazo
Marisela



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